Una semana en Nueva York by Louise Bay

Una semana en Nueva York by Louise Bay

autor:Louise Bay
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Pàmies, Phoebe, novela romántica, romántica, romance, romance office, office romance, romance de oficina, Una semana en Nueva York, Louise Bay, The Empire State series, A week in New yor, Autumn in London, New Year in Manhattan
editor: Ediciones Pàmies
publicado: 2020-02-24T00:00:00+00:00


20

Ethan

La reacción de Anna a que la presentara como mi novia me dolió mucho. Sabía que no debía, pero por primera vez en mi vida era capaz de llamar a alguien «novia», y ella prácticamente había hecho un gesto de dolor cuando lo había dicho. Había intentado que no me molestara, pero no lo conseguí. Me había cabreado de verdad.

No había entendido muy bien lo que había pasado después. Sus estados de ánimo parecían variar como el clima, y me pillaban a contrapié cada vez, aunque creía que ya los había comprendido. Era capaz de estar tranquila, enfadada y triste en un lapso de sesenta segundos.

Me las había arreglado para que se abriera un poco, pero me movía en un territorio nuevo. Dejando a un lado a mi hermana, nunca había tenido que consolar a ninguna mujer irritable.

La sostuve con fuerza entre mis brazos preguntándome qué debía decir a continuación. ¡Joder!

—Preciosa, ¿cómo podemos hacer que esto sea menos complicado? ¿Qué puedo hacer yo? Odio verte tan triste. —¿Acaso ella sabía lo que quería y tenía demasiado miedo a decírmelo?

Emitió algunos sonidos contra mi pecho, pero estoy casi seguro de que ninguno de ellos eran palabras. ¡Dios!, normalmente era una luchadora; este lado tan melancólico de ella no lo había visto nunca. ¿Cuántas facetas más tendría?

—¿En qué estás pensando? —preguntó—. No me mientas.

¡Joder!

—Estoy pensando en ti —repuse, esperando que eso la aplacara.

—¿En mí? ¿Porque me he convertido en una histérica chiflada?

—Quizá.

Se rio contra mi pecho, lo que me hizo sentir jodidamente aliviado. No quería que volviera a enfadarse de esa forma.

—Lo siento, es que… Es solo que…

La abracé con más fuerza.

—No quiero que te enfades. No quiero que te asustes. No quiero hacerte daño. Nunca. Quiero que salgamos, que podamos disfrutar follando como locos, que estemos juntos, que seamos felices.

—Yo también quiero eso —confesó en voz baja—. Pero ¿qué pasará cuando te vayas?

No había pensado siquiera en lo que podía ocurrir en tres meses. Ni siquiera pasaba la noche con las mujeres con las que me acostaba, así que cada día con Anna era diferente y especial, como una aventura. No sabía si el camino que estábamos siguiendo se mantendría.

—No tengo todas las respuestas. Puede que dentro de tres meses me odies. Lo único que sé es que prefiero pasar este tiempo contigo y arriesgarme a que se me rompa el corazón que marcharme. Pero si no quieres correr el riesgo, entonces…

Se apartó y me miró, sonriendo con ternura.

—¡Oh, Dios mío, eres perfecto! Y quiero hacer todas esas cosas. Pero sé que no te odiaré dentro de tres meses. —Recostó la cabeza en mi pecho.

—Te aseguro que soy muy imperfecto, Anna.

—Por favor, no me rompas el corazón —susurró.

Tenía la sensación de que ella podía ser la primera chica capaz de romper el mío, pero la idea no me asustaba. Quería estar con ella más de lo que necesitaba protegerme a mí mismo. Ansiaba que ella sintiera lo mismo. La apreté más fuerte. Quería hacer desaparecer todas sus dudas y preocupaciones.

Nos quedamos



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